¡Hey, espera! Antes de que me comas quiero contarte algo.

¿A que te gustan los cuentos? A mí me gusta escucharlos y también contarlos. Por eso quiero contarte mi propio cuento, sí, ¡porque yo salgo ahí!

Pero no creas que te voy a contar lo que me pasó ayer. Te voy a hablar de mi familia y voy a empezar en un punto muy lejano.

Érase una vez en los Pirineos…

Mi cuento comieza en Jaca (Huesca) en 1852, una ciudad con mucha nieve en invierno. Allí tenía su tienda un señor que se llamaba Antonio Lacasa, donde vendía telas, alimentos y chocolate fabricado por él mismo. Es que a ese hombre se le daba bien todo.

Un poco más adelante, el hijo de Antonio se hizo cargo de la empresa. Este chico se llamaba José y decidió especializar el negocio en café y chocolate.

La verdad es que esta empresa era muy chula y atrayente. ¿Sabes por qué? Porque toda la familia se animaba a seguir en ella. Entonces es cuando nos encontramos a Joaquín y José Maria Lacasa, hijos de José y nietos del fundador Antonio. Estos nietos pensaron a lo grande y consiguieron que la empresa tuviera 15 trabajadores.

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¡Ganamos nuestro primer premio!

Y lo mejor de todo fue el súper premio que ganamos en 1885, que fue…

La medalla de oro a la calidad.

Ojo, no todas las empresas pueden decir que han ganado un premio, ¿verdad?

Llegamos al siglo XX y Lacasa se hacía cada vez más potente. En 1928 fabricaban 500 kilos diarios de cuatro variedades de chocolate. Entre ellas estaba el chocolate a la taza. Es que Joaquín y José María estaban en todo y ya sabían que a la gente le encanta su taza de chocolate bien espeso, sobre todo en invierno.

En los años 40, Joaquín y José María trasladaron la empresa de Jaca a Zaragoza para situarla en un sitio mejor comunicado. Lanzaron nuevos productos para chuparse los dedos, entre ellos los bombones artesanales y el turrón de chocolate con almendras.

Unos años más adelante falleció Joaquín Lacasa y su hermano José María continuó con la empresa. En 1955 abrió otra fábrica en Zaragoza y murió dos años más tarde.

Quedó para gestionar la empresa Carmen Echeverría, esposa de José María. Ella se encargó de la empresa durante 10 años y además la amplió comprando otras compañías: Cafés Urbez, Caramelos Nice y Viuda de Gadea.

En 1972 se creó la sociedad mercantil Lacasa S.A. de la que fue presidenta Carmen Echeverría. Como vendían mucho, resultó que más adelante, en 1978, abrieron otra fábrica en Utebo, un pueblo muy cercano a Zaragoza.

Llegamos a la vez que el mundial de fútbol

Y al fin llegamos nosotros, los Lacasitos, en 1982, el mismo año en que se jugaba el mundial de fútbol en España. Por suerte nosotros tuvimos más éxito entre la gente que el que tuvo nuestra selección futbolera en sus partidos.

De hecho, tuvimos tanto éxito que los Lacasa compraron en 1987 la empresa que fabricaba los Conguitos y a finales de los años 80 llegamos a Portugal.

A partir de 1990 nuestra empresa se hizo muy grande. Se amplió la fábrica de Utebo y se compraron varias empresas.

Y… ¡tachán! llegó otro premio en 1998.

La Encomienda de Número de la Orden del Mérito Agrario, Pesquero y Alimentario.

Ya te he contado muchas cosas de la empresa que me fabrica. Ahora, ¿quieres conocerme mejor?

Seguro que estás aquí porque quieres que te cuente algo sobre mí, así que ahí va.

Los primeros de mi clase salieron al mercado en 1982, el día de San Antonio. ¿Que no sabes cuándo es San Antonio? ¡Cómo que no! ¡Pero si es el santo de las parejas y de los estudiantes! Va, te lo digo: el 13 de junio.

Soy redondo, de chocolate y estoy recubierto de caramelo de diferentes colores. Los Lacasitos somos de siete colores diferentes.

Me encantan los niños y a mis jefes ni te cuento. Desde 2014 llavamos los nombres más comunes de los niños entre 3 y 12 años. ¡Podemos llevar hasta 132 nombres distintos! También llevamos letras y números para que los niños aprendan a leer, los colores y formen palabras con nosotros.

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Pero no creas que los Lacasitos gustamos solo a los niños. También volvemos locos a los adolescentes, por eso algunos de nosotros llevamos hashtags y arrobas.

Creo que ya te he contado bastante. ¿Te ha gustado mi cuento? Si es así me alegro mucho porque ahora viene los mejor: ya puedes comerme. Cuando termines el tubo, no te olvides de tirarlo al contenedor de los plásticos.

FIN

La historia de los Lacasitos es uno de los muchos ejemplos de storytelling adaptados a su consumidor ideal

Después de contarte la historia de un negocio de mi tierra (que yo misma he recreado para esta ocasión) quiero que reflexiones.

Tu negocio tiene una historia que merece ser contada. Pero no tienes que contar esa historia como se la contarías a un fantasma invisible. Las personas son de carne y hueso, visibles, por tanto tus historias deben estar adaptadas a tu cliente ideal.

El consumidor ideal de los Lacasitos son los niños y el cliente ideal son sus padres, teniendo en cuenta que son los que pagan. Además, a los adultos siempre les hacen gracia las historias dirigidas a los niños.

Si cada historia es distinta, ¿por qué todos los negocios se empeñan en utilizar siempre las mismas palabras y frases manidas que no les representan? Si no sabes a lo que me refiero con esto de utilizar las mismas palabras te pongo dos ejemplos.

  • Somos una empresa de prestigio reconocido en nuestro sector.

  • Nuestro objetivo es satisfacer a nuestros clientes.

Seguro que has visto estas frases en muchas webs, ¿verdad?

Si no hay diferenciación en los textos de tu negocio, entonces necesitas copywriting. El storytelling es una de las modalidades del copywriting que consiste en contar historias y eso es lo que con toda seguridad te va a hacer diferente de la competencia.

¿Las palabras de tu web te diferencian o dices lo mismo que todos? Si conoces ejemplos de storytelling aplicado en los negocios, ¿los compartes por aquí? Vamos, cuenta…

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